Dr. Pedro Cía: Bioética y vacunas

Dr. Pedro Cía: Bioética y vacunas

 

La posibilidad de la próxima llegada de las vacuna frente a la Covid-19 ha creado una gran expectativa en todo el Mundo. Pero no debemos perder de vista las necesarias orientaciones éticas en todo el quehacer sanitario, tanto investigador como asistencial, orientaciones que también son necesarias en el proceso de distribución y aplicación de las vacunas.

La moderna Bioética, nacida de la mano del oncólogo estadounidense V. R. Potter en 1971, asume los principios de beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía, principios que orientan toda iniciativa relacionada con la salud y en este momento el ambicioso proyecto de hacer llegar la vacuna lo antes posible a toda la población mundial.

En primer lugar, los dos primeros principios, los de beneficencia y de no maleficencia orientan a buscar siempre el mayor beneficio para el paciente (beneficencia)  en las indicaciones de tratamiento, en los trabajos de investigación…etc., con los menores daños o inconvenientes posibles (no maleficencia), orientación presente también en todo el trabajo relacionado con las vacunas, incluyendo el proceso de distribución y aplicación. Se trata de conseguir el beneficio de preservar la salud y como consecuencia indirecta, evitar la pobreza, que amenaza en las circunstancias de pandemia.

 Teniendo en cuenta que el remedio de prevención por medio de las vacunas pretende llegar a todo el Mundo, adquiere especial relevancia el tercero de los principios citados, el de justicia. Un principio que ha de traducirse en que a la hora de plantear estrategias  de vacunación hay que calcular que la vacuna llegue  a todos, incluso a las poblaciones desfavorecidas o, siendo más precisos, debe priorizar a dicha población desfavorecida. En su reciente reunión del  G20 los líderes mundiales han estado unánimemente de acuerdo en este objetivo, aunque no han faltado advertencias como la de Angela Merkel, que aprecia “lentitud” en las negociaciones de los productores de vacunas con vistas a hacerlas llegar a pueblos en vías de desarrollo. Desde una perspectiva de justicia se propone también a la hora de la distribución un objetivo de equidad, de manera que no haya desigualdades por razón de género, raza o religión.

Una vez distribuidas las vacunas, en base a los  principios antes citados se han establecido ya grupos prioritarios. Así, el colectivo de sanitarios será el primero en tener acceso a las vacunas con objeto de poder mantener adecuadamente la asistencia.  

Personas  con actividades esenciales de alto riesgo serán también prioritarias ya que su misión en la sociedad es muy importante como es el caso  por ejemplo de bomberos o policías  que además participan en actos con riesgo.

 Las personas expuestas a consecuencias más graves por la Covid, debido a su edad o a  sus patologías previas como el caso de pacientes con diabetes, enfermedades cardiacas o pulmonares…etc. deben ser también prioritarias en cuanto a la vacunación.

Llegado el momento de administrar la vacuna, su aceptación es libre. Rige entonces el principio de autonomía, el más recientemente incorporado y que implica por una parte información adecuada del paciente y  libertad para tomar decisiones sobre su salud. Actualmente, según el reciente barómetro del C.I.S.,  4 de cada 10 españoles se niegan a vacunarse. Su libre decisión, aunque  respetable, no es en general buena para su salud y tampoco lo es para el conjunto de la sociedad que finalmente quedará menos protegida. Es necesaria  ahora una buena labor educativa sobre este tema. 

 

 

Pedro Cía Gómez, catedrático y coordinador del  Foro de Deontología del Colegio de Médicos de Zaragoza 

 

       Estamos en fin ante un problema global que hemos de resolver actuando conjuntamente y se requiere amplitud de miras desde una actitud solidaria.